Las necesidades del tercer milenio

Las iniciativas planteadas por “La Semilla”, orientadas desde la pedagogía Waldorf, pretenden dar respuesta a las necesidades esenciales del ser humano y los problemas del individuo y de la sociedad. En relación con esto desarrollamos un Proyecto Educativo Institucional, tratando de aportar soluciones a la crisis existente en diferentes ámbitos:

● Es creciente la problemática medioambiental con que han de enfrentarse las generaciones futuras en todo el mundo. Para abordar la difícil tarea de coexistir el hombre con la naturaleza, no es suficiente la adquisición de conocimientos científicos y técnicos, sino que se hace necesario un pensamiento vivo y global, que permita actuar con independencia y capacidad de iniciativa, con competencia para una toma adecuada de decisiones y un actuar autónomo sustentado en la responsabilidad individual. Una educación multicultural e interdisciplinaria busca generar en los seres humanos un interés activo por todos los ámbitos de la vida y una voluntad comprometida con lo social.

● Durante el siglo XX se produjeron importantes avances científicos y
técnicos, al mismo tiempo que se originó una creciente fragmentación de los saberes. Esta parcelación provocó la desintegración de la visión global del tejido conjunto de las cosas.
El pensamiento que separa y reduce (el pensamiento analítico), ha de ser compensado con uno que distingue y religa (el pensamiento sintético); con el fin de permitir la articulación y organización de los saberes que hoy están divididos.

Cuestión que es imprescindible en un mundo cuya realidad es un tejido interdependiente entre los elementos que lo componen.
La educación para un desarrollo sustentable abarca la posibilidad de contextualizar los elementos aislados del conocimiento con el fin de otorgarles
sentido; recuperar la visión global con el fin de integrar las partes,  relacionándolas entre sí y con el todo; asumir la diversidad de nuestro mundo para insertar adecuadamente el conocimiento en la realidad; comprender la complejidad de la relación entre la unidad y la multiplicidad.

● La complejidad de la información que esta época de las telecomunicaciones
propone y la sobreabundancia de esta, sofocan muchas veces la posibilidad de comprensión. Sin embargo, la comprensión es el fin de la comunicación humana.
Es indudable que la educación tiene un rol importante en el desarrollo de la comprensión. La invasión de lo cuantitativo de la información puede ser equilibrada mediante una contracorriente cualitativa de comprensión.

“La Semilla” y el “Secundario Waldorf Bariloche” proponen la puesta en práctica de un aprendizaje significativo, lleno de sentido en cada abordaje pedagógico. Busca la concordancia entre el contenido propuesto y el momento evolutivo del educando. La minuciosa observación del desarrollo de los niños/as y jóvenes, guía al docente en una propuesta de enseñanza en la que se valoran los procesos como eje fundamental, viéndose el producto como algo posible de ser mejorado, perfeccionado, transformado, redimensionado y retomado desde otro punto de vista.

La cuidadosa selección y progresión de los contenidos a lo largo del proceso escolar completo, tiene por objeto hacer vivenciar a los alumnos/as que cada contenido puede ser profundizado, ampliado y comprendido desde otro enfoque.
Esto despierta y mantiene vivo el interés con respecto a todos los aspectos del mundo, generando el gusto y la alegría por aprender y sentando las bases para una predisposición de aprendizaje hacia la vida misma.

● Vivimos tiempos de enorme complejidad, en los que se produce una desintegración de la unidad de la naturaleza humana. Concebimos al ser humano como una unidad físico-anímico-espiritual y por ello se propone una educación que atienda su desarrollo integral, trascendiendo la mera transmisión de conocimientos y sustentando el desenvolvimiento armónico del educando. Para ello, todo el quehacer educativo aborda la formación de su voluntad, y el cultivo de su sensibilidad y su intelecto.
En consecuencia, se organizan los contenidos curriculares en el tiempo y en el ritmo que el niño/a o joven necesita, adecuados a la situación evolutiva específica, cultivando con igual intensidad la ciencia, el arte y los valores humanos.
● El ser humano y la naturaleza no son entidades separables, forman un cosmos interdependiente, de la misma forma que cada ser humano es un universo en sí mismo. El desarrollo tecnológico indiscriminado con su paradigma de rapidez, productividad y rentabilidad termina desordenando el ritmo humano, al alejarlo de la naturaleza.
● La pérdida del ritmo natural del ser humano se debe a la aceleración a la cual le induce la tecnología, cuya razón de ser es el continuo progreso. Sin embargo, no se trata de descartar los avances tecnológicos, sino de ponerlos en una perspectiva saludable para la vida. Junto a los avances tecnológicos, por ejemplo, en el campo de la medicina, que salvan vidas; es imprescindible reconocer la degradación de nuestro medio ambiente por el desarrollo técnico industrial, que toma a la naturaleza como un objeto y conduce a la destrucción del hábitat de la humanidad.
Proponemos, ante esta problemática, estrategias orientadas a la recuperación
del ritmo natural, del contacto con las cosas y de la resignificación del tiempo. Tales prácticas incluyen el respeto por las etapas evolutivas del niño/a o joven, además de poner una atención especial en el ritmo, incluyéndolo explícitamente en las actividades cotidianas escolares. Recuperar un auténtico contacto con las cosas desde el hacer. Dar nuevo significado al tiempo mediante el sistema de aprendizaje por épocas, que desacelera y permite profundizar en los temas que se abordan.
● Es característico del ser humano ser un individuo social. En este sentido, el desarrollo humano implica el desenvolvimiento de su autonomía individual, así como su participación comunitaria. También involucra un sentido de pertenencia al género humano.
La idea de unidad del género humano es compatible con la diversidad de este. Ambas cosas coexisten. Pero la diversidad humana no está solo en su ser comunitario, sino en los diferentes rasgos sociales y culturales de los distintos pueblos. De igual forma, esta diversidad se manifiesta en el individuo, que es influido por su herencia y la sociedad en que vive, a la vez que trae consigo algo que lo hace un ser singular.
Comprender lo inherente al ser humano es, por tanto, abarcar la unidad en la diversidad. Enseñar la comprensión se transforma, de esta manera, en algo que va más allá de lo disciplinar: es una condición de la moralidad humana, que propicia la solidaridad, el respeto por el otro, el encuentro verdadero entre seres humanos. De esta manera se tiende al desarrollo de un individuo íntegro, capaz de brindar su integridad a la comunidad, mejorándola.

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